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La historia del té

El té comenzó como una medicina y acabó siendo una bebida. La planta es originaria del sur de China, era muy conocida desde épocas antiguas por botánicos y médicos chinos. Ha recibido numerosos nombres: tou, tseh, chung, kha y ming. Algunas de sus virtudes medicinales han sido aplacar la fatiga, refrescar el espíritu, reforzar la voluntad y remediar problemas de la vista. 

El té proviene de la planta del té: Camellia sinensis. Existen dos variedades: sinensis y assamica, pero de éstas derivan otras tantas. Por lo tanto, el té verde, blanco, negro, amarillo, pu-erh y oolong, no nace de diferentes plantas si no que dependen de como se preparan después de cosecharla. Esta planta la podemos ver casi siempre en forma de arbusto, ya que se poda para que la recolección de las hojas sea fácil.

Su nombre Camellia fue otorgado por Linnaeus en honor a Jiří Josef Camel, un botánico y misionero jesuita que en el siglo XVII transportó plantas de camelias de Filipinas a Europa. La segunda parte de su nombre, sinensis deriva del latín y alude a la localización de esta especie en China. 

En la historia de Japón, el descubrimiento del té se remonta al año 729 dC. Las primeras semillas que se cultivaron las llevó un monje que estuvo estudiando en China y que a su vuelta las plantó en las tierras de su monasterio. Alrededor del siglo Vlll se atribuye el origen de la ceremonia del té japonesa por los monjes budistas, ya que eran seguidores de la filosofóa zen que provenía de China. Ellos descubrieron que él té los ayudaba a mantenerse alertas durante las largas horas de meditación. Pero no fue hasta el siglo Xll, en la dinastía Sung, cuando se extendió el consumo de té verde en polvo (té matcha) por todo el territorio de Japón.

Actualmente en Japón el té verde se consume a diario y forma parte de la cultura japonesa. La ceremonia del té está considerado uno de los rituales mas tradicionales y con una simbología fuerte en su cultura clásica. Conociendo esta filosofía es posible entender mejor la mentalidad japonesa.

Pero, ¿en qué consiste la ceremonia del té japonesa? Preparar un té exige una gran atención por cada detalle. Una atmósfera perfecta donde nada se deja al azar y donde se tiene en cuenta la armonía, elegancia y la destreza de movimientos de quien lo prepara. Los principios fundamentales de esta tradición zen son la armonía (wa), el respeto (kei), la pureza mental y sensorial (sei) y la tranquilidad (jaku).

En la primera fase el anfitrión ofrece una comida ligera de productos de temporada (kaiseki). Después se realiza una pausa a modo reposo (Naka-Dachi). Es en la tercera fase, el momento goza-iri, cuando el anfitrión ofrece al invitado un té verde espeso (koicha) en un cuenco. La taza se coge con la mano izquierda y se mantiene con la derecha. Tiene una marca en el bode, esta debe quedar en la parte opuesta de donde vamos a beber. Este debe beberlo y limpiar el borde con una servilleta (kaishi) o con los dedos; y lo pasa al siguiente invitado, y así en continuo. En la última y cuarta fase se sirve el mismo tipo de té, pero más claro (usucha) usando esta vez tazas individuales.

Okakuro Kakuzo escribió “El libro del Té” en el año 1906. Lo hizo en inglés para poder llegar a todos los rincones del mundo, y así fue. El éxito de este ensayo hizo despertar el interés por el arte japonés, y por ende a la apreciación estética japonesa. Y es que Japón sigue siendo hoy en día el lugar más exótico e insondable del planeta.

“El té se convierte con nosotros en algo más que la idealización de la forma de beber, se convierte en una religión del arte de vivir.” Okakuro Kakuzo.